El FPV se pilota desde una máscara en la que te sumerges. No se estabiliza en absoluto con el GPS y es personalizable.
Cada batería ofrece un vuelo de unos 4 a 5 minutos frente a los 25 minutos de un dron clásico.
Las particularidades de los drones FPV son las de realizar disparos de alta velocidad (más de 200km/h), de proximidad y de cruce de obstáculos. El rodaje en interiores y el vuelo sobre el público serán posibles con un FPV de menos de 250 gramos.
El FPV también permite obtener una alta calidad de imagen porque embarca una cámara 4K, más comúnmente una Gopro o una cámara 360. Una vez realizadas las tomas, hay que combinarlas con el giroscopio de la cámara para estabilizar la imagen y obtener una imagen pura.
La FPV es, por tanto, una auténtica revolución que también ha dado una nueva dimensión al mundo del vídeo.
Todo lo que es absolutamente imposible de conseguir con un dron convencional se hace posible con el FPV: hacer tomas de alta velocidad a nivel del suelo, del agua, seguir vehículos, pasar entre obstáculos a gran velocidad.